Comparar especificaciones: el eterno reto de los iPhone contra los Android

El otro día un amigo me pidió consejo para comprarse un móvil. Las opciones eran un iPhone que no era de la generación actual o un Android de este año, le recomendé el iPhone. Lo cierto es que la experiencia que sabía que le iba a acabar dando el iPhone era mejor pero de nuevo, en su cabeza, ganaron los números. Se compró el Android.

Este es el eterno problema de Apple. En muchas ocasiones los números como los GB de RAM, el procesador o el almacenamiento hacen que sea imposible comprar un iPhone leyendo su hoja de especificaciones técnicas cuando lo pones frente a un Android de última generación, porque, no hay nada más fiable que las características técnicas, ¿no?

Vamos a verlo rápidamente:

Visto por números es prácticamente imposible que el iPhone sea mejor que el Android, pero no es así. La idea que trato de trasmitir en mis análisis es que una comparación entre estos dispositivos únicamente se puede basar en una experiencia empírica y a continuación voy a explicar el porqué.

Vamos a ver cada apartado. A nivel de pantalla es el único punto en el que se puede decir que la pantalla que monta el Samsung es superior. Voy a explicar esto. Samsung es el primer proveedor de paneles a nivel global, y Apple, de hecho, pide la mayoría de sus paneles a la compañía. Por supuesto, Apple exige que las pantallas pasen los controles de calidad adecuados para montarlas en los iPhone.

Cuando nos vamos al apartado de hardware, por ejemplo, encontramos que los iPhone suelen mejorar en los benchmark a los Android en puntuación, quedándose más cerca de las últimas generaciones de Snapdragon, por lo que Exynos se queda por detrás. Además, Apple se ha estado especializando en procesadores ARM conforme han ido avanzando las generaciones de iPhone y iPad. Con la llegada del M1 en los Mac se ha convertido en uno de los más grandes diseñadores de chips.

Y aquí llegan los apartados más comprometedores como son la RAM, que en el iPhone, por su sistema de aplicaciones en segundo plano, es más que suficiente para tener una gran experiencia. Como vemos, el Samsung para rendir lo mismo que el iPhone necesita al menos el doble, e incluso hasta 16GB de RAM. Es todo una cuestión de cómo el sistema optimiza los recursos.

De hecho, ocurre exactamente lo mismo con la capacidad de la batería. Con una capacidad muy superior, el Samsung se queda a unos niveles de uso poco superiores a los que encontramos en el iPhone. No obstante, en estas especificaciones no hemos visto cómo gestiona el sistema operativo el consumo de las aplicaciones, algo que en iOS está más optimizado.

Es decir, si alguien ve que su cámara hace fotos de 108MP va a pensar que es mejor que la de 12MP, no obstante, aunque los sensores sean capaces de alcanzar esas resoluciones, luego se utilizan a mucha menor resolución por el espacio que ocupan en el dispositivo. De hecho, como vimos, las fotos del iPhone 12 Pro Max son excelentes a nivel de óptica, lo que de verdad debemos tener en cuenta cuando elijamos una cámara.

Si bien es cierto que Samsung sí que emplea esos 108MP para hacer pixel-binning con las fotografías, dejándolas en 12MP, no deja de ser un movimiento promocional que en la hoja de especificaciones técnicas aparezca la resolución del sensor, siendo mucho mayor a la de otras marcas, y haciendo entender al consumidor que es mejor. De hecho, la opción en la cámara para hacer una foto de semejante calidad, aunque está, se encuentra escondida.

En este artículo no quiero que parezca que el Samsung sea peor, aunque tras probarlo considero que está menos equilibrado que el iPhone, aún con mejores especificaciones. Sin embargo, hay algo que queda totalmente patente: fiarse de las especificaciones técnicas puede llevar tu decisión de compra hacia el lugar equivocado.