Comienza.
Bienvenidos a la era del robot.
Familiarizaros con esta frase porque dentro de 5 años la escucharéis muy a menudo. 2022 es la fecha que los expertos manejan como la llegada del robot tal y como siempre nos lo hemos imaginado (con forma humanoide y de otros animales cercanos a nosotros).
Viendo las mejoras del robot Atlas de Google no nos tiene que extrañar nada esa fecha, ya es capaz de mantener el equilibrio sobre una pierna (¿podríamos llamarlo así ya?) en una base irregular y sin haber calculado el siguiente apoyo, es decir, mientras se encuentra en la base irregular y se balancea para mantener el equilibrio empieza a calcular el siguiente apoyo.
Con la de avances que está habiendo en todas las áreas que atañen a la robots y a la velocidad a la que se están dando), tenemos que empezar a pensar seriamente en los cambios que vamos a experimentar cuando estos estén entre nosotros. Así que antes de seguir con los avances e informaciones de los robots actuales, ¿me acompañáis por una reflexión sobre cómo será ese futuro cercano con ellos?
Viajemos al futuro. Vamos a ir al 3 de septiembre de 2027, día en el que sale a la venta el nuevo Atlas 4.
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Hola, sé quién eres. Sé que vienes del año 2016. Todo esto te resultará muy extraño. O no.
Porque, según dicen, a los humanos nos gusta el futuro, estamos hechos para vivir en él.
8 A.M.
Suena el despertador. Es curioso que sigamos diciendo que suena el despertador para decir que nos despiertan. Siri ha abierto la persiana gradualmente mientras empezaba a sonar una mezcla de pajaritos y agua corriendo por la habitación. ¿Se puede considerar esto un despertador? Me despierta, por lo que supongo que sí.
—Oye Siri, buenos días.
Ahora sabe que ya estoy despierto. Empiezo a oler el sandwich que me está preparando Sonny, cojo el iPad y voy a la cocina. Desayuno mientras veo el nuevo vídeo de XXX sobre el dron de Tesla.
—Daniel, acuérdate de que esta tarde tienes dentista. — dice Sonny mientras coloca el lavavajillas.
9 A.M.
Estoy recién desayunado y nervioso porque hoy me entregan el nuevo robot. Entre sus muchas novedades, las que más destacan son la de una autonomía un 40% mayor (ya puede realizar varias tareas fuera de casa, como pasear a una mascota) y la de ser capaz de manejar herramientas como el martillo y el destornillador. Mi Atlas 2 me ha dado un servicio muy bueno, es capaz de regar y cuidar el jardín, pasar el aspirador y limpiar el polvo en casa, recoge las cosas desordenadas y prepara comidas sencillas. Podría decir que me ha cambiado un poco la vida, de hecho es bastante diferente de como cuando era pequeño.
Pero la tecnología avanza muy rápido y aún más cuando esa tecnología es relativamente nueva, actualizarse frecuentemente es sinónimo de muchas y muy importantes mejoras. Como con los primeros años de los smartphones.
11:30 A.M.
Desde que los vehículos que transportan mercancías son eléctricos no te enteras si viene eso que tanto esperas si no estás mirando por la ventana. El timbre me pilló desprevenido, ahí estaba el camión que traía el Atlas 4. Con solo un toque del reloj el camión empezó a descargar la gran caja que lo contenía. Ahora venía lo más excitante, desembalar y ver por primera vez al robot. Una vez quitado el embalaje y enchufada la silla de carga ( donde se sienta el robot para realizar sus cargas rápidas) tocaba encenderlo por primera vez. La primera vez que enciendes un robot asistente tienes que asignarle un nombre, mi Atlas 2 se llamaba Sonny, como el de “Yo, Robot”, siempre supe que mi primer robot se llamaría así.
El nombre del nuevo Atlas me costó bastante más elegirlo. Una vez asignado el nombre por el que respondería solo quedaba darle los permisos para que se conectase a la red Wi-Fi y el robot empezaría a ponerse a punto.
12:45 A.M.
Me empiezo a vestir, cojo la ropa del armario perfectamente doblada, da gusto coger la ropa cuando es Sonny quien la dobla. El Atlas 2 estaría aquí un par de semanas más, así era el protocolo que se seguía. Esto impedía que ante un fallo de fabricación del nuevo robot te quedases sin asistencia en casa.
Los primeros meses que tuve a Sonny pensaba que me iba a ser muy difícil actualizarlo, porque le había cogido mucho cariño. Era una sensación parecida a tener que separarte de una mascota, pensaba que no iba a poder. Pero, si lo piensas bien, las personas seguimos siendo las mismas aunque nos amputen un brazo y nos pongan una prótesis robótica, ¿no? Yo pensaba eso, que no me desharía de Sonny, si no de su hardware. Al fin y al cabo lo que era Sonny estaba en su red neuronal y en su memoria y eso se traspasaría al nuevo Atlas. Por eso decidí llamar Sonny al Atlas 4.
—Oye Siri, voy a coger el coche en 10 minutos.
—Vale, Daniel, el coche te estará esperando en la puerta— Contestó Siri.
—Oye Siri, vigila la casa, adiós.
—La casa y yo te echaremos de menos, Daniel.
Cerré la puerta y ahí estaba esperándome el Model 3, preparado para llevarme donde había quedado. Hace bastante calor, 37ºC, aunque dentro del coche no se nota, él siempre mantiene la temperatura de 22ºC. Me quedan 30 minutos de viaje. Los voy a aprovechar para hacer una videollamada con mi prima que vive en California.
A lo mejor tengo que explicar algunas cosas. El coche es completamente autónomo. Tiene volante, sí, aunque en esta versión ya viene oculto y solo sale del salpicadero cuando es necesario. Yo solo lo he usado 3 veces y ninguna fue necesaria. Solo quería sentir la deportividad de la conducción que ofrecía el Tesla y recordar viejos tiempos. Situaciones en las que fuese necesario que yo cogiese el mando del coche no se había dado ninguna, de momento. El uso era muy simple, tú te montabas en el coche y si no le decías nada él te llevaba donde solías ir a esa hora y ese día o, si en tu agenda había alguna cita, te llevaba directo a donde habías quedado. También podías decirle a dónde querías ir, claro. De hecho hablaba más con el coche que con Siri.
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Estamos en los años del cambio. No es difícil imaginarse que muchas de estas situaciones que he descrito van a empezar a producirse en muy pocos años. De hecho, excepto los robots, todo son tecnologías ya existentes. Tenemos la obligación de empezar a plantearnos qué supondrán estos cambio para la sociedad. Y lo más importante de todo, tenemos la obligación de soñar. Porque solo así podremos construir el nuevo futuro de la mejor forma.