
Después de que se haya hablado largo y tendido así como publicado artículos de tecnología criticando duramente los pasos dados por Apple en la Keynote de presentación de los nuevos MacBook Pro (quién lo diría pues dicha Keynote se produjo este pasado jueves), más bien referidos, en esencia, a lo especialmente caros que resultan sobre todo en euros y en España, así cómo a la ausencia de novedades de otros productos de la marca californiana, llámese Mac Mini, los iMac o los Mac Pro, con este artículo pretendo exponeros, como es norma en mí, mis impresiones mas personales y sinceras de un usuario normal y corriente que gusta de usar MacOs y portátiles Mac.
Es cierto que esta Keynote resultó ser absolutamente anodina e incluso, diría yo, cansina, y sus interlocutores parecían, quizás fue impresión mía, cómo desganados, salvo probablemente el gran Craig Federighi, ante el esfuerzo descomunal y titánico que les suponía a todos los que departieron en ese escenario minúsculo la presentación de un producto que antaño resultaba ser la estrella del firmamento Apple pero que ahora, desgraciadamente, no es más que, a juicio de este redactor, un mero incordio de lo verdaderamente importante y que genera el 73% de los ingresos de la compañía, concretamente el iPhone y sus servicios.

Tras exponer el inicial descontento de gran parte de los blogueros más importantes del planeta, no obstante, es justo destacar a mi particular modo de ver las cosas, el esfuerzo en que ha consistido presentar al público un portátil de enorme belleza, bastante fino y con un peso razonable (de sólo 1,37 kilos el modelo de 13 pulgadas), y lo que antes definíamos como pluma dirigiéndonos al MacBook Air ahora este portátil es aún mas “pluma” que el casi defenestrado Air de entre todos los modelos existentes en el mercado Mac.
Por lo que parece, para los directivos de la empresa de la manzana mordida los iPad Pro se encuadrarán como los dispositivos para un tipo de usuario en movilidad que no necesite la fortaleza de un sistema operativo de escritorio. En el siguiente escalón estará el estilizado MacBook “a secas” dirigido, esta vez, a aquellos en los que MacOs les sea imprescindible para su trabajo diario sin que necesiten una máquina con más potencia de proceso ni gráfica (el MacBook Air estará en tierra de nadie al menos un año más o quizás dos como ordenador portátil de entrada), quedando finalmente el reciente estrenado MacBook Pro para los que tengan que exigirle algo más a su portátil, llámese profesionales de edición de video o de audio sin que un mayor peso, aunque no excesivo, le supongan un problema si desean además utilizarlo en movilidad.
De este nuevo MacBook Pro, destacó por encima de su teclado mariposa de segunda generación, su mejorada pantalla retina con un 63% más de brillo que en la generación anterior y con unos gráficos 130% más rápidos y sus altavoces con un volumen de un 58% más alto, una nueva barra oled denominada “Touch Bar” y su Touch ID (los poseedores de un iPhone desde el 5s sabemos de que se trata) para identificar al usuario desbloqueando el dispositivo e incluso para realizar pagos vía Apple Pay (en España tendremos que esperar pacientes a que llegue esta tecnología).

La Touch Bar no es otra cosa que una barra oled inteligente y táctil que modifica automáticamente su funcionamiento y configuración de acuerdo con el programa que en ese momento se esté utilizando, todo ello controlado por un chip muy parecido al de los Apple Watch, dotando al Laptop de una herramienta muy productiva si nos hacemos a ella; con hacernos a ella me refiero a que los que estamos acostumbrados a mirar la pantalla mientras escribimos y no tanto el teclado nos resultará extraño e incluso molesto utilizar en determinadas ocasiones esta barra táctil. Lo que vaya a dar de si el tiempo lo dirá aunque el invento de esta nueva interface abrirá nuevos e interesantes caminos en el uso de los programas, eso no me cabe duda y, probablemente, otros fabricantes lo copiaran.
Una parte importante de las críticas recibidas se referían al precio elevado de estos portátiles, más aún en España por la paridad Euro-Dolar, y la verdad sea dicha es justamente así, son muy caros. Por ejemplo, si nos queremos hacer con un Pro con 16 gigas de ram, 512 de disco duro ssd y procesador Intel i7 nos saldría la broma por 2.599 € el de 13 pulgadas y 2.939 € el de 15 pulgadas, lo dicho una pasada; mi impresión al respecto es que Apple piensa que van a vender pero menos de lo esperado y desean compensar esas pérdidas de venta aumentando los precios.

Aunque no hay duda de que son caros también tenemos que valorar que estos aparatos suelen durar bastantes años y no es habitual un cambio de un año para otro como hacemos con los iPhone y, en menor medida, con los iPad. Visto así, una inversión de este calibre con vistas a un futuro no puede catalogarse de descabellada. Pondré un ejemplo bastante descriptivo: el ordenador desde donde estoy redactando este artículo es un MacBook Pro de 15 pulgadas de marzo de 2011 con procesador i7 de Intel de la época (me costó por aquél entonces 1.800 €), al que le he añadido 16 gigas de ram (llevaba de fábrica 4 gigas), un disco duro ssd de 500 gigas y una batería nueva; si os digo que va de maravilla con macOS Sierra aunque a veces se calienta en exceso si la carga de trabajo es máxima, probablemente me creáis.
En consecuencia, si vuestro trabajo requiere potencia bruta y sois de los que viajan regularmente y necesitan el portátil en movilidad con gran exigencia, si pensáis comprar este MacBook Pro (si es que tenéis la tarjeta de crédito llena de billetes, eso si), por diseño, peso y facultades amén del salto que puede suponer en productividad con la nueva Touch Bar, no os defraudará.
Ya, para finalizar, si alguien tiene curiosidad en conocer si cambiaré mi MacBook Pro antiguo pero aún muy capaz por este nuevo aparatejo del demonio (cariñosamente hablando), os diré que puede que si o puede que no.