La otra noche me desperté sudoroso con pensamientos, todos ellos, la mar de extraños, de los cuales uno en concreto martilleaba sin cesar mi desgastado cerebro a las tres de la madrugada: ¿y si Apple comprase Tesla?
Al día siguiente proseguí con mi vida cómo si tal cosa pero esta idea peregrina, o no según se mire, no dejaba de retumbar en mi cabeza y, tengo que reconocer, cuando esto ocurre siempre lo resuelvo de dos formas diferentes: la primera, la dejo pasar como pasan los trenes que, por escasos minutos, no se ha llegado a tiempo de montarse en ellos y, la segunda, como es el caso, escribo sobre el particular.
Tesla se mantiene en su línea
Tesla es una novísima empresa que cuando oímos hablar de ella no pasa en absoluto desapercibida; se puede decir sin temor a equivocarnos que nos entra por los ojos. Probablemente, su mayor virtud, o mejor dicho una de sus mayores y reconocidas virtudes, es hacernos creer que para ellos es más importante el producto que el dinero que se pueda generar por él, la innovación por encima del beneficio y, que queréis que os diga, todo esto me recuerda a tiempos pasados cuando Apple era guiada por el genio incombustible y de mal carácter de Steve Jobs.
La posición de Apple en el mundo actual
Apple se encuentran en la actualidad, bajo mi punto de vista, en el argot de los aviones, en una posición de «no retorno», en la que o se estrella estrepitosamente contra el frío y basto suelo o remonta milagrósamente el vuelo. Y me explico: tras las múltiples quejas del sector tecnológico e incluso por sus incondicionales fans (sólo baste recordar la falta de innovación en los actuales productos, el MacBook Pro con sus problemas de batería; un iPad Pro que no acaba de despegar; su software que antaño era el reclamo para la plataforma y ahora lo están dejando a la mano de dios (no me refiero a la mano de Maradona, no se me enfaden los argentinos), y así un largo etcétera, la compra de un transatlántico como es Tesla le supondría volver a sus orígenes que con tanto esfuerzo le costó llegar y desde la muerte de Jobs se afanan inconscientemente por destruir.
Elon Musk, CEO de Tesla, tiene el carisma y el aura que Steve poseía, no me cabe la menor duda, e incluso podría decirse que el propio ADN de Apple de innovación y excelencia que con tanta dedicación consiguió inocular su malogrado líder. No podéis negarme que Elon sería un gran CEO para Apple pero, me temo, esta idea no se encontraría ni en los 50 primeros puestos en la escala de prioridades del bueno de Musk.
¿Y si Apple comprase Tesla?
Imaginemos por un instante que Apple compra Tesla con el beneplácito de sus dos CEO y de todos y cada uno de sus inversores más reconocidos. El revuelo producido retumbaría entre los cimientos de todas las compañías del sector, ¿no sería magnifico?.
Analicemos por un momento esta hipótesis de compra: Apple ganaría un CEO para los próximos quince o veinte años, que buena falta le hace, materia prima imprescindible para mantenerse primero en la poltrona de los elegidos y crecer exponencialmente hasta lo máximo; sus ideas y su entusiasmo de este nuevo CEO para Apple generaría un caldo de cultivo suficiente para la creación de nuevos y espectaculares productos nunca antes vistos dónde primaría, aparte de ganar muchos dólares juntos, la calidad por encima de cualquier otra circunstancia.
Aparte de ello, de un plumazo, se hallaría en una posición inmejorable en un mercado tan complicado como es el del motor, antaño anhelo que quedó en la nada más absoluta, diversificando así sus productos de éxito.
Es claro y evidente que si Apple quisiera comprar Tesla necesitaría, aparte de varios cientos de billones de dólares, muchas dotes de persuasión. Lo primero lo tiene, sin duda, si rebusca entre sus bolsillos llenos, lo segundo no lo tengo tan claro ni tampoco las ganas de hacerlo posible.
Siendo esta hipótesis una quimera no podéis negarme que molaría, y mucho, tener en la consola central del Tesla Model Y, mejor dicho iCar Model Y, un iPad de 20 pulgadas presidiendo ese vehículo de ensueño mientras escuchas en sus altavoces «Beats» la noticia de que Elon Musk inaugura su Hyperloop desde Nueva York hasta Londres en un viaje de dos horas.