InvisibleNo sé si os ha pasado alguna vez que estáis en la barra de un bar para pedir algo y los camareros que allí trabajan atienden, sin motivo aparente, a todos los demás menos a vosotros, cómo si fueseis invisibles; supongo que así es cómo debe sentirse Microsoft en su departamento de smartphones tras los últimos datos hechos públicos de cuota de mercado, es el tercero en discordia con un porcentaje del 14%.

Cierto es que Microsoft, en mi modesta opinión, llegó algo tarde al mercado de la telefonía. Es igualmente cierto que estos últimos años, sobre todo desde que el nuevo CEO, Satya Nadella, cogió las riendas de los de Redmond, las cosas se están haciendo mucho mejor llevándolo a ser más global e intentando, poco a poco, cambiar la imagen desfasada y medio caduca que hasta entonces regía sus designios. Para ello, es fundamental llevar su software, en la mayoría de los casos de enorme calidad, a todas las plataformas sin importar las rivalidades que pudiera haber entre ellas; el paquete de ofimática por excelencia, Office, es una muestra clara de ello.

Resulta evidente que estos cambios no pueden tener consecuencias, económicas y de marca, palpables de la noche a la mañana; les hace falta tiempo para consolidar sus estrategias, tiempo que, como se observa, no tienen teniendo en cuenta la competencia encarnizada y canibalista de la que estamos hablando: en el mundo de la telefonía un año perdido es a razón de cinco en cualquier otro mercado, como se suele decir “el que fue a Sevilla perdió su silla”.

OfficeEste panorama incierto para Microsoft no termina de aclararse sobre todo si desde la propia compañía no se fomenta la calidad de las aplicaciones propias en su sistema: es sorprendente que office u outlook, por poner ejemplos que todos conocemos, estén implementadas con una calidad extrema en el sistema operativo IOS o Android y que los usuarios de windows phone sigan esperando que las implementen, de una maldita vez (permitan el exabrupto), con todas sus funciones y con una interface acorde a los tiempos que corren; sorprendente e incomprensible.

Intentando ser objetivo, el lograrlo será lo difícil, diré que Windows para móviles con su sistema operativo de las famosas “tiles”, lo tiene todo para triunfar: es bonito, funcional, original, necesita recursos escasos para moverlo con fluidez (que me dicen del terminal Lumia 520, un móvil que fluye como la seda con el hardware más básico del mercado), pero con el déficit pernicioso de unas aplicaciones, en la mayoría, de escasa calidad y cantidad; handicap complicado si a los desarrolladores no se les convence de que esto puede remontar hasta tal punto de apostar de una vez con todas sus consecuencias por este sistema operativo.

Yo soy optimista por naturaleza y a esta plataforma le auguro un futuro prometedor pero no puedo evadirme de la realidad ni mirar a otro lado de lo que nos está hablando para el avezado escuchador tecnológico (Microsoft, por la cuenta que le trae, tampoco debería): según lo veo windows 10 y sus aplicaciones universales son, sin lugar a dudas, la última oportunidad para los de Redmond de engancharse a este negocio o perecer en el intento, arduo trabajo tienen por delante.

Siempre dije que una sana competencia entre compañías es buena para el usuario haciendo evolucionar la tecnología en el beneficio de todos, y me explico: IOS comenzó cómo un tiro imponiendo su criterio por encima de todas las cosas pero tuvo que escuchar a la gente y cambiar de opinión al habérsele subido a las barbas su gran rival y ahora líder en cuota de mercado, Android, y de la expresión que se hizo dogma en Apple de qué “el móvil debe manejarse con una mano siendo ideal las 3,5 pulgadas de pantalla”, se pasó, contradiciendo lo antedicho, a presentar “a bombo y platillo” el pasado año un iPhone de, nada más y nada menos, 5´5 pulgadas. Un tercero, con aspiraciones y posibilidades ciertas para destronar a los otros dos, en este mercado es necesario e imprescindible pues obliga a los líderes a dar lo máximo y es por ello que desde mi humilde posición de articulista ruego a Microsoft que, de ahora en adelante, se pinte bien la cara pues los invisibles nunca salen en la foto.