La adopción de la inteligencia artificial avanza a gran velocidad en el sector tecnológico. Herramientas como GitHub Copilot y Cursor se han convertido en asistentes cotidianos para miles de programadores, pero en Coinbase este cambio generó una controversia inesperada. Brian Armstrong, CEO de Coinbase, despidió a algunos ingenieros que se negaron a usar la IA.
La orden directa de Armstrong
Lejos de aceptar un proceso de adaptación gradual, Armstrong envió un mensaje en Slack donde exigía que todos los ingenieros se registraran en las nuevas herramientas durante la semana. No pedía que las usaran de inmediato en todas sus tareas, pero sí que completaran el primer paso de integración.

Además, advirtió que quienes no lo hicieran tendrían que reunirse con él un sábado para dar explicaciones. Esta decisión mostró el nivel de urgencia con el que el CEO concibe la incorporación de la inteligencia artificial en el día a día de la empresa.
Consecuencias por no usar la IA: El CEO de Coinbase despidió ingenieros
La reunión reveló dos posturas distintas. Algunos ingenieros justificaron su falta de acción con razones válidas, como haber estado de vacaciones, pero otros no pudieron dar una explicación convincente.
Ante esto, Armstrong optó por despedirlos. Reconoció que fue un enfoque duro, pero insistió en que el mensaje debía ser contundente: resistirse a la IA no tenía cabida dentro de Coinbase.
Un mensaje para toda la empresa
Aunque fueron pocos los despidos, el impacto fue fuerte. La medida envió un recordatorio a todos los empleados de que la inteligencia artificial no se trata de una opción, sino de una obligación para mantenerse competitivos. En una industria en constante transformación, Armstrong considera que adaptarse rápido es clave para no perder terreno frente a la competencia.
Capacitación y dudas sobre la IA
Tras esta decisión, la empresa reforzó su estrategia de formación organizando reuniones mensuales para compartir usos innovadores de la IA. Sin embargo, el debate sigue abierto.
John Collison, cofundador de Stripe, planteó sus dudas sobre la sostenibilidad de depender del código generado por IA, y Armstrong reconoció que el reto de gestionar estos proyectos es real.
El caso de Coinbase marca un precedente sobre el futuro del trabajo en tecnología. Para Armstrong, adaptarse a la IA es obligatorio, aunque el camino plantee desafíos. La decisión abre un debate: ¿hasta dónde debe llegar la presión de las empresas para imponer el uso de nuevas herramientas?
Vía TechCrunch






