La guerra encarnizada en que se ha convertido la venta de teléfonos móviles yo la vislumbro, a modo de símil, cómo una carrera a muerte de cuádrigas en un monumental anfiteatro romano al estilo de Ben Hur: Unas marcas se han unido en un grupo, todo hay que decirlo no muy bien avenido, cuyo factor en común es el mismo sistema operativo (Android) pero con ropajes que la diferencian; otra, en cambio, sigue una linea por ellos marcada que han tenido que desterrar viejas concepciones obsoletas (pantallas más grandes y apertura tímida de su sistema operativo IOS) para llegar a un público más numeroso (iPhone); alguna, no obstante, no ha podido resistir el ritmo impuesto por las demás y se han caído pereciendo casi definitivamente en el intento (Blackberry); y finalmente, la última en llegar está resistiendo el combate con ideas y aires renovados, todo sea dicho: sus políticas acertadas de acercamiento a la gama baja de dispositivos para posteriormente intentar encumbrarse con terminales que nada tienen que envidiar a los buques insignias del resto (Windows Phone), o facilitar su plataforma Office al resto de sistemas operativos resultan ser pasos firmes e inteligentes al objeto para ampliar la experiencia Windows.

En este artículo es mi deseo reflexionar sobre los tres sistemas operativos que han sobrevivido al envite del feroz mercado de los smartphone; Android, IOS y el último en llegar a la pelea, y no menos importante, Windows Phone.

Android se ha convertido, por méritos propios, en un sistema operativo consolidado y potente. Atrás en el tiempo quedaron la lentitud y el lag que sufrían con su uso prolongado pero que, no obstante, no han podido desterrar el aún grave fraccionamiento que padece por la propia idiosincracia de la plataforma, a saber: la gran multitud de dispositivos distintos con sus dispares capas de personalización, sus diferentes resoluciones de pantalla así cómo un hardware que ha de ser potente para que no se note la pobre optimización del sistema lo cual ha supuesto, en definitiva, las múltiples dificultades de actualizarse a la última versión (o penúltima) y en una experiencia de uso, en muchos casos, más que discutible. Es el sistema perfecto para el que quiera y/o necesite cacharrear con el aparato, con innumerables ajustes y posibilidades casi infinitas de rootear (modificación del firmware) el terminal.

Le auguro al robocito verde, y no soy Rappel ni nada por el estilo, unos años próximos complicados si no se esmeran y consiguen equilibrar la apertura consabida de su sistema con la seguridad del mismo haciéndolo todo algo más sencillo; el usuario de móviles es como el aficionado al fútbol, ama a su entrenador mientras gane partidos pero si perdiera tres seguidos ya está tardando para pedir su cabeza al Presidente.

IOS con la empresa que lo desarrolla, Apple, ha sido siempre un sistema operativo cerrado que con los años se ha dado cuenta de que lo más sensato era atemperar y flexibilizar su discurso si quería reinar en este mercado. Sus bazas siempre fueron la optimización del sistema (sus teléfonos siempre fueron creados para ser utilizados con IOS y no al contrario), así cómo un diseño que, a partes iguales, enamoraba y deseaba tenerlos por encima de todas las cosas. Siempre presumieron de una sencillez de manejo y una interface intuitiva que, sin grandes conocimientos, resultaba sencillo hacerse con él (sintomáticos eran los vídeos de crios de escasos años toqueteando con soltura estos aparatos).

Aún reconociendo sus virtudes, que las tiene sin dudarlo, sus precios prohibitivos (no es de recibo que el iPhone 6 o 6 plus valgan 800-900 euros, casi tanto cómo un ordenador completo) y las últimas versiones de IOS 8 que han dejado mucho que desear, o una batería especialmente deficiente, están consiguiendo que muchos fieles, cosa impensable hace escasos años, estén optando por otros dispositivos y otras plataformas que le ofrecen similares experiencias de uso con un costo económico acorde con los tiempos en que vivimos. Es por ello qué no deben dormirse en los laureles y volver a la fórmula de conseguir la excelencia y la innovación procurando reducir costos, sin que quede expuesto el diseño ni su superior funcionamiento general, por encima de cualquier otro condicionamiento pues, ya lo dijo aquél, la avaricia rompe el saco. De los errores de otras compañías punteras antaño y ahora casi desaparecidas del panorama mundial de móviles deben aprender si no quieren que les ocurra lo mismo.

Windows Phone, la última en llegar, ha tenido siempre el lastre de su visoñez y lo inmadura que resultaba ser su plataforma en teléfonos móviles. Sus problemas siempre fueron sus aplicaciones y el no haber sabido seducir a los desarrolladores para hacerla más y mejor. Opino que el estigma de la mala fama de windows le ha hecho mucho daño (me refiero a los pantallazos azules, a internet explorer nefasto o al malware que pulula por sus entrañas como Pedro por su casa) y la leyenda a veces falsa de que windows phone es lo mismo. Pero no es así, créanme mis queridos lectores, el wp 8.1 ha dado un paso de gigante para empezar a creer en este sistema (centro de notificaciones, asistente personal Cortana que nada tiene que envidiar a Siri o Google Now, fotos enriquecidas, etc) acrecentado ese convencimiento en unos terminales como los anteriormente llamados Nokia Lumia, ahora Microsoft Lumia, buenos, bonitos y, en algunos casos, también baratos.

Coincidirán conmigo que Windows Phone es la plataforma que posee más posibilidades de crecimiento (no puedo ser muy objetivo ya que llevo dos meses con un Lumia 930 y huelga decir que ando encantado con todo lo que puede ofrecerme); es un sistema que se mantiene fluido incluso en dispositivos con un hardware algo más antiguo, puede hacer en esencia las mismas cosas que los otros aunque no de forma tan bonita ni aseada como Android o IOS, eso hay que reconocerlo, pero es capaz igualmente de realizarlo, sólo hay que bichear en su store y probar esas apps desconocidas para los blogs de tecnología que escriben de IOS o Android.

Aparte de ello, opino que con Windows 10 que se avecina para finales de 2015 y sus novedades tan interesantes puede suponer el espaldarazo definitivo que necesita para ser rival parejo de los dos grandes o, de lo contrario, el pretendido crecimiento quede en una simple agua de borrajas. Estimo que cuántos más actores pleiteen en este escenario tan complejo como es el negocio de la venta de móviles mejor será para todos los usuarios que podremos disfrutar de estos aparatejos cada vez más completos y maravillosos.