Ya sabéis que no soy mucho de rumores en cuanto a dispositivos de los que nada se sabe, como es el futuro iPhone 7, pero en este caso haré una excepción sin que sirva de precedente.
En este artículo es mi intención reflexionar sobre ciertos rumores que vienen saliendo de la próxima generación del iPhone y establecer, con mayor o menor fortuna, una teoría sobre las razones por las cuales Apple fabricaría, caso de que se hiciesen realidad, tales características.
Ha salido publicado en distintos blogs de tecnología que el próximo buque insignia de la empresa de la manzana mordida en cuanto a telefonía móvil se refiere, saldrá a la venta sin el Jack de auriculares para así, según cuentan, reducir más si cabe las proporciones del terminal, utilizándose para esos menesteres la conexión de carga, aunque también se dijo que el conector lightning se cambiaría por el tipo USB-C haciéndolo más universal.
Pues bien, mi opinión al respecto es que estas dos características resultan incompatibles entre si desde un punto de vista lógico pues lo que se ganaría en la eliminación del conector jack se perdería al instalar el tipo USB-C pues recordemos que este conector es potencialmente más grande que el lightning (apenas unas micras pero suficiente como para hacer imposible la reducción del grosor pretendido).
Sentada esta regla inamovible de la física hagamos un esfuerzo por imaginar lo que piensa el mandamás de Apple sobre su próximo producto tecnológico y quedémonos con el rumor más plausible desechando el otro, o sea pongamos que al nuevo iPhone se le eliminará el conector Jack manteniendo por ello el conector de carga y datos lightning. ¿Qué pretenderá Apple con ese movimiento tan extraño?
Mi quizás peregrina teoría, aparte de pretender reducir el grosor del móvil, tiene que ver con la posibilidad de que el dispositivo quede estanco para agua y polvo siendo más sencillo y económico llegar a conseguirlo si existe un solo conector. Parece que todo empieza a tener sentido, ¿no es cierto?
La eliminación del conector de auriculares, por tanto, conseguiría reducir las dimensiones del iPhone y lo haría más seguro respecto a accidentes domésticos usuales (¿a quién no se le ha caído el móvil en el WC?. Yo conozco dos casos de amigos por lo que no parece ser situaciones aisladas), pero, por ende, acarrearía varios problemas a los que habría que dar solución.
En primer lugar, todos los auriculares que tengamos en casa no valdrían para este nuevo iPhone salvo los de tecnología bluetooth lo cual resulta, válgame la expresión vulgar, una auténtica “putada”. Ya sabemos cómo se las gasta Apple y no creo que le temblara el pulso para un movimiento de esta guisa pues en definitiva conseguirían aumentar las ventas de su empresa filial «Beats» vendiéndonos, eso sí, la moto de que la única razón de tamaña felonía es la de hacer evolucionar la tecnología como nadie antes ha logrado, obligando por ello, en justa correspondencia, que sus fieles usuarios den un pasito más para conseguir la pretendida excelencia.
Ironías aparte, el segundo y principal problema a la eliminación del conector de auriculares sería, bajo mi punto de vista, la imposibilidad de escuchar audio mientras el dispositivo se está cargando y como pienso que Apple no da una puntada sin hilo me aventuro a elucubrar, so pena de hacer el mayor de los ridículos blogueros, que el próximo iPhone 7 llevaría consigo la posibilidad de cargarse de forma inalámbrica (previa venta de su dispositivo de carga no incluido en el precio) para, de ese modo, no tener tanto que depender del cable de conexión a la red. El Apple Watch y su reciente salida al mercado de la “baratita” base dock de carga inalámbrica (89 eurillos de nada), han demostrado que esta tecnología ya la dominan y está lo suficientemente madura para utilizarla en su “niña bonita”, o sea su querido iPhone del alma.
Me gustaría que este artículo suscite vuestro interés, conlleve controversia y que, a resultas del mismo, se comenten y debatan estas teorías que, aun careciendo de todo rigor científico salvo el simple gusto por imaginar el futuro cercano, nos hagan enriquecernos con los pensamientos de mis buenos lectores; un esfuerzo intelectual a todas luces vano y carente de sentido práctico pero absolutamente adictivo pues ya lo dijo aquél: imaginar es gratis.