El mundo siempre ha cambiado pero ahora a mucha más velocidad.

En la Primera Revolución Industrial (mitad del siglo XVIII) sucedieron cambios muy profundos en la manera de producir, pues se buscaba producir más barato consiguiendo grandes cantidades a bajo coste. Como ejemplo tenemos las cadenas de producción en los coches o recoger patatas con tractores que hacían que el coste de hacer coches o el de recoger las patatas cayese. A esto se le llama productividad en la mano de obra y la mano de obra era el foco donde se centraban los expertos en desarrollos industriales y todos sus esfuerzos en mejorarla.rev-industrial

Cómo la productividad ha ido cambiando

En este siglo nos hemos dedicado a mejorar la productividad de los materiales, la llamada productividad de los recursos con la que se busca conseguir el recurso más barato u otro recurso similar con mejores características y precio. Mientras, la productividad en la mano de obra continúa con los robots que podemos verlos en las cadenas de montaje de coches o en los tractores autónomos.

Ahora mismo nos encontramos ante un cambio enorme al que llamamos la tercera productividad y esta es que las personas sean felices. Hasta hace pocos años no importaba que el hacer el coche mejor o más barato fuera bueno o malo para la gente, lo importante era hacer el coche mejor, hacer más coches y más baratos. Ahora vemos que eso no vale, hace 50 años el escándalo de Volkswagen con el “dieselgate” no hubiese llamado apenas la atención. Hoy, sin embargo, hace caer en picado a la empresa.

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Situación actual de la productividad

La situación ha cambiado, las personas tenemos un móvil que nos da acceso a comparar, a comentar y a criticar por lo que tenemos más posibilidades a la hora de elegir y de ser dueños de nuestra vida, esto empodera a las personas de una manera nunca antes vista. Un mundo para la producción da paso a un mundo para las personas, y este paso nunca se había dado. El cambio es tan grande que hace que empresas enormes caigan en apenas unos años y empresas desconocidas se alcen con fortunas de un día para otro. La rapidez, por lo tanto, es la característica de este proceso. Una cosa curiosa es que la mayoría de las empresas que han salido reforzadas de la crisis que hemos vivido se basan en los llamados beneficios positivos.

Beneficio positivo se considera aquel que obtienes cuando tu cliente quiere pagarte, imaginémonos las colas enormes en las puertas de las Apple Stores el día de la salida del iPhone o a tu preciado Model S con el que llevas soñando un año, ambas cosas son algo que el cliente realmente quiere pagar por ello. En el otro lado están los beneficios negativos, aquellos que te duele pagar, como pueden ser las facturas de gas, teléfono, etc. La mayoría de las empresas que basaban sus beneficios en los beneficios negativos o no han salido de la crisis o han salido en una situación muy inferior. Es como si toda la vida hubiésemos estado jugando al ajedrez y ahora estamos jugando a Juego de Tronos. Las reglas cambian, son más complejas, hay nuevas capacidades, el juego es mucho más grande, tiene muchísimas más dimensiones. Aprender esta nueva organización humana va a costar años y los que antes lo consigan tendrán una ventaja muy grande.

Tesla y la productividad

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En todo esto está Tesla, que empieza una cruzada contra la contaminación y el cambio climático. Por el bien de la gente. Es la nueva mentalidad, esa que hace que dejes de mirar los beneficios económicos de la compañía y empieces a fijarte en los de la sociedad, en los del planeta.

¿Alguien se imaginaba el ya casi descartado coche de Apple echando humo por el tubo de escape? No, ¿verdad? Nos lo imaginábamos siendo de base eléctrica, respetuoso con el medio ambiente y fabricándose en una fábrica con energías 100% renovables. Estamos en esto, este es el gran negocio de nuestro siglo: hacer que las personas sean felices. Un negocio de magnitudes enormes que aún no está definido y que no tiene dueño.

En esto, Tesla, es un ejemplo casi perfecto del nuevo tipo de productividad, basándose en beneficios positivos e interpretando a la perfección los sueños y ambiciones de nuestra época. Y acabar con la contaminación y el problema de la movilidad en las ciudades es algo que ya tenemos todos en la cabeza.

Antes decía que se olvidaban de los beneficios económicos, esto es así porque ya vendrán, los beneficios ahora son la consecuencia y no el objetivo como hasta hace apenas unos años.

El otro día Tesla presentó el conocido como Autopilot 2.0. Este sistema hace que el coche sea capaz de realizar una conducción completamente autónoma y estará disponible para 2018. Estamos hablando de que un coche como el Model 3, con un precio de entrada de 35.000$ antes de ayudas, si le sumamos unos 7.000$ más tendremos un vehículo completamente autónomo. Un precio nada desorbitado teniendo en cuenta el ahorro en combustible y en mantenimiento que supone tener un vehículo eléctrico. Pero aun hay más, si los planes de Elon Musk se cumplen, los propietarios de cualquier vehículo autónomo Tesla podrán hacer que su coche transporte personas cuando no requieran de él.

Esto significa que la inversión de unos 42.000$ antes de ayudas (muy suculentas en algunos casos) sería accesible para muchos bolsillos. Hablamos de una revolución gigantesca para dentro de menos de 2 años, una revolución que va a cambiar el mundo laboral completamente, desde el transporte de personas y mercancías hasta negocio energético.

Como dice Ramón Trecet: ¡El que tenga frenos que frene!